Julieta decidió salir corriendo , irse por siempre de esa casa.
Salió tan rápido como si fuera que algo adentro se prendió fuego , y sacó
las llaves en la pared del cuarto donde estaba con el dueño de la casa.
Esa persona llena de odio y maldad, que parecía que no tenía corazón ni bondad
con nadie, llamada Emanuel.
-No sé qué hacer. Ya no aguanto más esta tortura- dijo Julieta
llorando desesperadamente- Algo tengo que hacer.
Mientras se vendaba el brazo lastimado, que goteaba sin parar como
una canilla rota.
Julieta
lloraba hasta cansarse.
-No
puedo creer que se haya llegado hasta este punto, quinto día que estoy acá y terminé lastimada. Sentada en el piso, tapándose la cara, había dejó
de llorar y se levantó mareada escuchando los gritos de Emanuel.
“ para qué te saqué de la calle, si
eres una pobre inútil?!”. Le pegó.
-No quiero hacer esto! No quiero ser
una mula para vos! Me cansé!
-Hasta que todo no quede brillando no
vas a salir de esta casa, te voy a tener encerrado todo el día si es posible.
Ella, angustiada, no podía parar de
llorar y de pensar por qué esto justo le tuvo que tocar. Se sentía mejor dormir
en un pedazo de cartón que estar en ese espantoso lugar.
Al siguiente día ya se iba dando cuenta
de todo, se quería ir de ahí, ya no le gustaba la idea de estar en un lugar
desconocido.
-Te traje a una casa de familia con
plata ¿Y así me lo agradeces?
-Me quiero ir de acá! No me gusta para
nada este lugar. Me mentiste, no soy feliz en este lugar- Grita asustada.
Esta joven inocente acepta la propuesta
de Emanuel sin saberlo que podía llegar a pasar en un futuro.
-Está bien, voy pero confío en vos, yo
sé que tus intenciones son buenas-Dice la joven llamada Julieta.
-Dale, vení- Hace una seña Emanuel como
diciendo que se acerque al auto.
-Eh, jovencita! No puedo verte ahí
tirada en la calle, vení y te doy un lugar en mi mansión.